jueves, 16 de mayo de 2019

presentación


  





ASIGNATURA : Literatura II 



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   BLOQUE III : Ensayo Literario








Integrantes : 




Benitez Tecpa A.Michelle     














Garcia Rico A.Perla 










Grupo : 402 





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introducción

Propósito de la actividad.

El propósito de esta actividad es el identificar las partes de un ensayo de forma
efectiva y rápida, con esto entendiendo a que se refieren cada una de ellas y en
que consisten, al igual que el comprender el que es un ensayo, parte muy
importante para aprender correctamente lo que es, es saber de donde proviene,
que fines tiene, como ha influido dentro de la sociedad, en las culturas, en la forma
de comunicarse, como ha cambiado, la forma en la que los que saben sobre ellos
se identifican de acuerdo a los temas que son tratados. Se debe entender que
este puede ser distinto de acuerdo al autor y a la forma en la que escribe, en la
que se expresa, a la forma en la que piensa y el por que lo piensa, los argumentos
que da dentro de este, se busca que el uso de las TICS sea para abrir más
horizontes, con los cuales sea posible que todos aquellos que lo deseen se
expresen y a partir de estas sus pensamientos lleguen a más gente, animándo a
esta a seguir, durante este trabajo también se tomara en cuenta la importancia de
las evidencias con las que se apoyen los textos para tener así un trabajo confiable
y no basado en simples especulaciones.

ensayo y representantes

ORÍGENES Y DESARROLLO DEL ENSAYO
Todo intento de establecer los orígenes del ensayo debe forzosamente comenzar con Montaigne. Montaigne no sólo "inventó" la palabra, sino que fue consciente de lo peculiar de su obra: "Este es el único libro de su clase en el mundo; es de una intención indómita y extravagante. En él no hay nada tan digno de ser notado como su singularidad" (364). La obra de Montaigne era, en efecto, especial. Era especial en la forma y en el contenido, en el método y en los propósitos. Pero más importante todavía, introducía en primer plano el "yo" en su creación artística. El mismo señala orgulloso su aportación: "Los autores se comunican con el mundo en extrañas y peculiares formas; yo soy el primero en hacerlo con todo mi ser, como Miguel de Montaigne, no como gramático o como poeta, o como jurisconsulto" (782).
El ensayo moderno, pues, data de 1580, fecha en que apareció la primera edición de los Essais. Dentro del mismo siglo XVI, en 1597, comenzarían a publicarse los primeros ensayos de Francis Bacon. Con ambos escritores quedan fundamentados los pilares del nuevo género literario y se concede a éste su característica más peculiar: el ensayo es inseparable del ensayista. Por ello desde entonces, excepto en raras aunque notables ocasiones, se hablará de ensayistas y no de tal o cual ensayo. Si comparamos un ensayo cualquiera de Montaigne —"Des menteurs", por ejemplo— con otro semejante de Bacon —"Of Truth"—, se observa que mientras Montaigne lo basa en "vivencias", Bacon lo hace en "abstracciones". El ensayo de Montaigne gana en "intensidad", el de Bacon en "orden". El primero es más "natural", el segundo más "artístico". El primero intensifica lo "individual", el segundo lo "prototípico". En Montaigne, en fin, domina la intuición "poética", en Bacon la "retórica". Así, desde sus comienzos, Montaigne y Bacon representan dos opuestas posibilidades de ensayo, que profetizan el futuro individualista del género: El ser de Montaigne está en sus ensayos, tanto como el de Bacon en los suyos. Unos y otros son exponentes de sus personalidades y preocupaciones.
Que se consideren a Montaigne y, en cierto modo, a Bacon creadores del ensayo moderno, no impide, sin embargo, el poder rastrear los orígenes del estilo ensayístico en la época clásica. Ya Bacon disputó a Montaigne la originalidad que éste se atribuía, al señalar explícitamente: "La palabra es nueva, pero el contenido es antiguo. Pues las mismas Epístolas a Lucilio de Séneca, si uno se fija bien, no son más que 'ensayos', es decir, meditaciones dispersas reunidas en forma de epístolas" (XI: 340). En efecto, tanto en los Diálogos de Platón como en las Epístolas a Lucilio de Séneca (las más cercanas al ensayo actual), en las Meditaciones de Marco Aurelio, en las Obras Morales o Vidas paralelas de Plutarco, se pueden encontrar los gérmenes de las que después llegarán a ser características esenciales del género. Sus obras, sin embargo, están todavía lejos de formar verdaderos ensayos, en el sentido que actualmente damos a la palabra. Hay que esperar a las tendencias humanísticas del Renacimiento en su proceso de descubrir al individuo, ya que el carácter subjetivista y la proyección constante del ser del escritor en sus ensayos no es concebible en la época medieval.
En España podemos ya encontrar actitudes ensayísticas en el siglo XV, y en las obras de Fernando de la Torre, Pérez de Guzmán, Fernando del Pulgar o Monsén Diego de Valera, hallamos indiscutibles huellas de una tendencia individualizadora. Faltan en sus escritos, no obstante, la naturalidad y la sinceridad que proyecta el verdadero ensayista cuando no se limita a mostrar sus pensamientos, sino que expone el mismo proceso de pensar. Sólo con Fray Antonio de Guevara podemos dar comienzo, sin reservas, a la tradición ensayística española. Guevara, en un estilo personalísimo, logra inyectar sus propias preocupaciones a sus escritos. Sus obras consiguen establecer todavía en la actualidad, a pesar de lo retórico de su prosa, un íntimo diálogo con el lector en una comunión de pensamientos. Las Epístolas familiares (1542), su obra más representativa, forman verdaderos ensayos donde se tratan los más diversos temas: desde valores permanentes, en las epístolas que reflexionan sobre la "envidia" o la "libertad", hasta asuntos de inmediata actualidad política, consejos sobre el amor o burlas llena de gracia contra el mal escribir.
El ensayo del siglo XVI, dominado por un deseo de perfección espiritual, llena una de las páginas más ilustres de la literatura española. Al unísono con el latido de la visión universal del Emperador, Alfonso de Valdés aboga por una reforma religiosa de acuerdo con el pensamiento erasmista. Su obra, al igual que la de Juan de Valdés, esta escrita en una prosa clara que fluye natural, sin la afectación retórica de Guevara. En la segunda mitad del siglo, coincidiendo con el gobierno de Felipe II, el contenido se hace más íntimo y la prosa más serena y personal: Fray Luis de Granada, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León representan una nueva etapa en el ensayismo español. En realidad, tanto ellos como los escritores satíricos y políticos del siglo XVII —Quevedo, Cascales, Zabaleta, Gracián y Saavedra Fajardo— escriben con un estilo y frecuentemente con unos propósitos distintos a los que movieron a Montaigne en la confección de los Essais.
Se puede afirmar que los ensayos escritos en el siglo XVI por Guevara, Montaigne y Bacon son manifestaciones excepcionales de un género de nacimiento prematuro. El espíritu existía en la época, pero el escritor todavía no disponía de los medios adecuados para la difusión de sus ensayos. A principios del siglo XVIII, con la aparición de las revistas y periódicos, puede el ensayista, por primera vez, establecer un verdadero diálogo con el lector, que pasa decididamente a formar parte del ensayo. El ejemplo de las revistas inglesas, The Tatler y The Spectator, que comienzan a publicarse en 1709 y 1711 respectivamente, y el prestigio de sus editores, Richard Steele y Joseph Addison, sirvieron de aliciente a otras publicaciones semejantes en España. Así surgió el Diario de los literatos de Españaen 1737. No obstante, habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo para que estas publicaciones periódicas adquieran en España verdadera proliferación: El Caxón de Sastre (1760), el Correo de Madrid (1786), El Censor (1781), continuado por El corresponsal del Censor, son quizás las más destacadas, tanto por el prestigio de que gozaron, como por la calidad de sus colaboradores. La actitud artística del siglo neoclásico no era, sin embargo, tan propicia como la de los siglos XVI y XVII. La personalidad creativa de los escritores se encontraba refrenada por las reglas de un academicismo riguroso. Aun siendo abundantes los ensayos escritos, sólo podemos hablar de dos verdaderos ensayistas: Fray Benito Jerónimo Feijoo y José Cadalso, y de un reducido grupo de escritores con fuerte personalidad y frecuentes rasgos ensayísticos: Gregorio Mayáns y Siscar, Martín Sarmiento, Gaspar Melchor de Jovellanos, entre otros de menor repercusión.


El ensayo es una composición literaria que tiene por objeto presentar las ideas del autor sobre un tema y que se centra, por lo general, en un aspecto concreto. Con frecuencia, aunque no siempre, el ensayo es breve y presenta un estilo informal. El género se diferencia así de otras formas de exposición como la tesis, la disertación o el tratado.

Origen del ensayo

Si bien algunas obras de escritores latinos como Cicerón, Séneca y Plutarco pueden considerarse prototipos del género, el ensayo es fundamentalmente creación del escritor francés Michel Eyquem de Montaigne. El desarrollo de esta forma literaria es resultado de la preocupación por el ser humano demostrada durante el renacimiento, que estimuló la exploración del yo interior en relación con el mundo exterior.
Los Ensayos de Montaigne (como el propio autor quiso llamar a las breves y personales meditaciones en prosa que comenzó a publicar en 1580) surgieron en una época de grandes cambios intelectuales y sociales; un periodo en el que los europeos revisaron sus opiniones y valores sobre temas de muy diversa naturaleza: la muerte y la posibilidad de una vida futura, el viaje y la exploración o las relaciones sociales. Temas que todavía hoy son los principales asuntos del ensayo contemporáneo.

Estructura

Introducción: Es la que expresa el tema y el objetivo del ensayo; explica el contenido y los subtemas o capítulos que abarca, así como los criterios que se aplican en el texto, es el 10% del ensayo y abarca más o menos 6 renglones.

Esta parte constituye la presentación del tema sobre el que el autor va a desarrollar su propio punto de vista, así como de las razones por las cuales considera importante aproximarse a dicho tema. Además, esta parte puede presentar el problema que plantea al tema al cual vamos a abocar nuestros conocimientos, reflexiones, lecturas y experiencias.

Si este se plantea, entonces el objetivo del ensayo será presentar nuestro punto de vista sobre dicho problema (su posible explicación y sus posibles soluciones). La mayoría de las veces, sin embargo, el ensayo plantea un tema bastante genérico como para adentrarse en él con toda la libertad del que divaga con sus opiniones y creencias, pero paseando a través de un territorio desconocido.
Desarrollo: Contiene la exposición y análisis del mismo, se plantean las ideas propias y se sustentan con información de las fuentes necesarias: libros, revistas, Internet , entrevistas y otras. Constituye el 80% del ensayo. En él va todo el tema desarrollado, utilizando la estructura interna: 60% de síntesis, 10% de resumen y 10% de comentario.

Se sostiene la tesis, ya probada en el contenido, y se profundiza más sobre la misma, ya sea ofreciendo contestaciones sobre algo o dejando preguntas finales que motiven al lector a reflexionar.

Conclusión: En este apartado el autor expresa sus propias ideas sobre el tema, se permite dar algunas sugerencias de solución, cerrar las ideas que se trabajaron en el desarrollo del tema y proponer líneas de análisis para posteriores escritos. Contemplan el otro 10% del ensayo, alrededor de media página.

Esta última parte mantiene cierto paralelismo con la introducción por la referencia directa a la tesis del ensayista, con la diferencia de que en la conclusión la tesis debe ser profundizada, a la luz de los planteamientos expuestos en el desarrollo. Se puede “inferir” en esta, que es la manera de comprobar lo que se dijo anteriormente, explicando el por qué sustenta un tema o una opinión y las motivaciones que lo llevan a desarrollarlo o bien que lo terminen de una mejor forma.

Lógica en el ensayo

La lógica es crucial en un ensayo y lograrla es algo más sencillo de lo que parece: depende principalmente de la organización de las ideas y de la presentación. Para lograr convencer al lector hay que proceder de modo organizado desde las explicaciones formales hasta la evidencia concreta, es decir, de los hechos a las conclusiones. Para lograr esto el escritor puede utilizar dos tipos de razonamiento: la lógica inductiva o la lógica deductiva.
De acuerdo con la lógica inductiva el escritor comienza el ensayo mostrando ejemplos concretos para luego deducir de ellos las afirmaciones generales. Para tener éxito, no sólo debe elegir bien sus ejemplos sino que también debe presentar una explicación clara al final del ensayo. La ventaja de este método es que el lector participa activamente en el proceso de razonamiento y por ello es más fácil convencerle.

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ALFONSO REYES 

(Alfonso Reyes Ochoa; Monterrey, 1889 - Ciudad de México, 1959) Ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano relacionado con la mejor tradicion literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista. Ejerció un notable magisterio en la cultura de su tiempo, promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes.

Alfonso Reyes
Hijo de Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y figura muy cercana a Porfirio Díaz, tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales. En la ciudad de México perteneció al brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Pedro Henríquez UreñaAntonio Caso y José Vasconcelos fundó el Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.
Siendo aún muy joven concluyó la carrera de leyes y partió a Europa, hondamente afectado por el asesinato de su padre durante la etapa de la Revolución mexicana que marcó el fin del gobierno democrático encabezado por Francisco I. Madero. Como miembro del servicio exterior mexicano se afincó en París en 1914, y allí publicó su volumen Cuestiones estéticas. Estudiar los fundamentos de la creación poética y literaria fue una preocupación recurrente de su obra a lo largo de medio siglo.
A consecuencia de la Primera Guerra Mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón JiménezJosé Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.
Con Visión de Anáhuac (1915) conjuró cualquier acusación de extranjerizante. Esa obra se considera una de las visiones más lúcidas y poéticas del México prehispánico y es, hasta la fecha, lectura obligada en los cursos de cultura mexicana. Promotor de una "aristocracia del pensamiento", ofrecía un colorido sincretismo de la cultura occidental y la raíz indígena, dominado por la tríada platónica: la verdad, la bondad y la belleza.
Para 1927 ya era embajador en Argentina, donde impulsó la obra del por entonces joven Jorge Luis Borges, quien puso a su consideración el manuscrito de El Aleph y le profesó agradecida admiración el resto de su vida. Tras una estancia en Brasil, donde escribió el volumen Romances del río de enero (1933), se afincó definitivamente en México en una casa-biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina.Durante los veinte años siguientes alcanzó el máximo impulso creativo, y su figura de educador se consolidó plenamente. Autor de una obra poética celebrada por sus contemporáneos y las generaciones posteriores, y de una obra de ficción escasa pero interesante, obtuvo no obstante sus mayores logros en el campo del ensayo, donde abordó los más variados temas: la teoría literaria, la historia de Grecia, la novela policíaca y las raíces históricas de México. Entre éstos cabe destacar Cuestiones gongorinas (1927), Tránsito de Amado Nervo (1937), La experiencia literaria (1942), El deslinde (1944) y Los trabajos y los días (1946).
En un conjunto apabullante de libros (compilados a excepción de los voluminosos Diarios y una amplísima correspondencia en la serie Obras completas que publicó, en 28 tomos, el Fondo de Cultura Económica), su escritura mantiene un tono siempre atractivo, aleccionador y consistente, con momentos de brillo excepcional, como en el poema dramático Ifigenia cruel(1924), sabia asimilación de la tradición griega, o en el cuento La Cena (incluido en El plano oblicuo, 1920), precursor del realismo mágico y muy cercano al relato largo Aura, de Carlos Fuentes.
Relevante es también la Oración del 9 de febrero (1963), texto dedicado a la muerte de su padre, que apareció póstumamente. Lo mismo escribió sobre el arte culinario (Memorias de cocina y bodega, 1953) que operetas ligeras y humorísticas o poemas satíricos. Entre sus obras de ficción son notables Árbol de pólvora (1953) y Los tres tesoros (1955), argumento cinematográfico inspirado en un relato de Robert Louis Stevenson.
OCTAVIO PAZ 
(Ciudad de México, 1914 - id., 1998) Escritor mexicano. Junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma la tríada de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX. El premio Nobel de Literatura de 1990, el primero concedido a un autor mexicano, supuso asimismo el reconocimiento de su inmensa e influyente talla intelectual, que quedó reflejada en una brillante producción ensayística.

Octavio Paz
Nieto del también escritor Ireneo Paz, los intereses literarios de Octavio Paz se manifestaron de manera muy precoz, y publicó sus primeros trabajos en diversas revistas literarias. Estudió en las facultades de Leyes y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Sus preocupaciones sociales también se dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese mismo año contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro (que le daría una hija y de la que se separaría años después) y abandonó sus estudios académicos para realizar, junto a su esposa, un viaje a Europa que sería fundamental en toda su trayectoria vital e intelectual.
En París tomó contacto, entre otros, con César Vallejo y Pablo Neruda, y fue invitado al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia. Hasta finales de septiembre de 1937 permaneció en España, donde conoció personalmente a Vicente HuidobroNicolás GuillénAntonio Machado y a destacados poetas de la generación del 27, como Rafael AlbertiLuis CernudaMiguel HernándezEmilio Prados y Manuel Altolaguirre. Además de visitar el frente, durante la Guerra Civil española (1936-1939) escribió numerosos artículos en apoyo de la causa republicana.
Tras volver de nuevo a París y visitar Nueva York, en 1938 regresó a México y allí colaboró intensamente con los refugiados republicanos españoles, especialmente con los poetas del grupo Hora de España. Mientras, trabajaba en un banco y escribía diariamente una columna de política internacional en El Popular, periódico sindical que abandonó por discrepancias ideológicas. En 1942 fundó las revistas Tierra Nueva y El Hijo Pródigo.
Desde finales de 1943 (año en que recibió una beca Guggenheim para visitar los Estados Unidos) hasta 1953, Octavio Paz residió fuera de su país natal: primero en diversas ciudades norteamericanas y, concluida la Segunda Guerra Mundial, en París, después de ingresar en el Servicio Exterior mexicano. En la capital francesa comenzó su alejamiento del marxismo y el existencialismo para acercarse a un socialismo utópico y sobre todo al surrealismo, entendido como actitud vital y en cuyos círculos se introdujo gracias a Benjamin Péret y principalmente a su gran amigo André Breton.

JORGE LUIS BORGES

(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó deliberadamente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves.

Jorge Luis Borges
Aunque las ficciones de Borges recorren el conocimiento humano, en ellas está casi ausente la condición humana de carne y hueso; su mundo narrativo proviene de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, y a ese mundo libresco e intelectual lo equilibran los argumentos bellamente construidos, simétricos y especulares, así como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de enorme capacidad de sugerencia.
Recurriendo a inversiones y tergiversaciones, Borges llevó la ficción al rango de fantasía filosófica y degradó la metafísica y la teología a mera ficción. Los temas y motivos de sus textos son recurrentes y obsesivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espejos, los libros imaginarios, los laberintos o la búsqueda del nombre de los nombres. Lo fantástico en sus ficciones siempre se vincula con una alegoría mental, mediante una imaginación razonada muy cercana a lo metafísico.
Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) constituyen sus tres colecciones de relatos de mayor proyección. A pesar de que su obra va dirigida a un público comprometido con la aventura literaria, su fama es universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. Sólo su ideario político pudo impedir que le fuera concedido el Nobel de Literatura.

Biografía

Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Un antepasado suyo, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.
En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían durante toda su vida. Con apenas seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje de Don Quijote de la Mancha redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
En el mismo año en que se inició la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.
Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas (BaudelaireVerlaineRimbaudMallarmé), y que descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.

Borges a los 21 años
Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José HernándezLeopoldo Lugones y Evaristo Carriego, y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos.
En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael Cansinos Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle-Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un escritor.

CARLOS MONSIVAIS 
(Ciudad de México, 1938 - 2010) Ensayista, cronista y narrador mexicano considerado una de las inteligencias más lúcidas de la cultura de su país. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Dirigió suplementos culturales en los más importantes diarios y revistas de México y durante mucho tiempo fue asiduo colaborador de múltiples publicaciones periódicas. Con el tiempo llegaría a ser cofundador y director de destacados diarios que ejercerían una gran influencia en el desarrollo del periodismo mexicano. Debe destacarse, por otro lado, su labor como investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Carlos Monsiváis
Dotado desde muy joven de un vasto bagaje cultural, su humanismo polifacético hizo de Monsiváis uno de los pensadores que mejor supo indagar en los aspectos fundamentales de la sociedad, la política y la cultura mexicanas. Monsiváis cultivó especialmente la crónica y el ensayo, con una temática y un interés estrechamente relacionados con los problemas actuales y comprometidos con las luchas populares de México y América Latina. Su aguda inteligencia se manifiesta a través de una eficaz ironía y de su estilo crítico, festivo y desenfadado.
Sus crónicas periodísticas se recopilaron en numerosos volúmenes: Principios y potestades(1969); Días de guardar (1971), sobre la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, durante el mandato de Gustavo Díaz OrdazAmor perdido (1976), libro centrado en algunas figuras míticas del cine, la canción popular, el sindicalismo, la militancia de izquierda y la ideología burguesa; Entrada libre (1987), donde recogió sus crónicas sobre la nueva sociedad mexicana; Escenas de pudor y liviandad (1988), que disecciona con humor, acidez y ternura el mundo del espectáculo; Los rituales del caos (1995), donde pinta una panorama desolador, en medio de la debacle de la clase política y la crisis de la democracia; y otras recopilaciones como Sabor a PRI¿De qué se ríe el licenciado? y Rostros del cine mexicano.
Pero su género predilecto fue el ensayo, en el que trató variados temas relacionados con la cultura mexicana. Destacan entre ellos Características de la cultura nacional (1969); Historias para temblar: 19 de septiembre de 1985 (1988); Aires de familia: cultura y sociedad en América Latina (2000) y Yo te bendigo, vida (2002), sobre la vida y la obra de Amado Nervo. Editó además diversas antologías literarias en las que su puso de relieve su reivindicación de la poesía y la canción popular: La poesía mexicana del siglo XX (1966), La poesía mexicana II, 1914-1979 (1979), La poesía mexicana III (1985), Lo fugitivo permanece. 20 cuentos mexicanos (1990) o Amanecer en el valle del Sinú: antología poética (2006), a partir de la obra del poeta Raúl Gómez Jattin.
Entre sus textos biográficos destaca el dedicado a la singular artista mexicana Frida Kahlo(Frida Kahlo: una vida, una obra, 1992). Su única incursión en la narrativa fue el Nuevo catecismo para indios remisos (1982). Recibió entre otros reconocimientos el premio Villaurrutia (1996) y el Anagrama de Ensayo (2000), que le fue concedido en España por su obra Aires de familia: cultura y sociedad en América Latina. En 2006 recibió el premio Juan Rulfo y publicó Imágenes de la tradición viva. Sus últimos títulos fueron Las alusiones perdidas(2007) y El 68, la tradición de la resistencia (2008).


EDUARDO GALEANO
(Eduardo Hugues Galeano; Montevideo, 1940 - 2015) Escritor y periodista uruguayo cuya obra, comprometida con la realidad latinoamericana, indaga en las raíces y en los mecanismos sociales y políticos de Hispanoamérica.

Eduardo Galeano
Se inició en el periodismo a los catorce años, en el semanario socialista El Sol, en el que publicaba dibujos y caricaturas políticas que firmaba como Gius. Posteriormente fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del diario Época. En 1973 se exilió en Argentina, donde fundó la revista Crisis, y en 1976 continuó su exilio en España.
Regresó a Uruguay en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la presidencia del país por medio de elecciones democráticas. Posteriormente fundó y dirigió su propia editorial (El Chanchito), publicando a la vez una columna semanal en el diario mexicano La Jornada. En 1999 fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural, de la Fundación Lanna.
Su obra, traducida a mas de veinte lenguas, es una perpetua y polémica interpretación de la realidad de América Latina, estimada por muchos como una radiografía del continente. Eduardo Galeano es, sin duda, uno de los cronistas de trayectoria más incisiva, inteligente y creadora de su país. Una de sus obras más conocidas es Las venas abiertas de América Latina, un análisis de la secular explotación del continente sudamericano desde los tiempos de Colónhasta la época presente que, desde su publicación en 1971, ha tenido más de treinta ediciones.
En dos ocasiones obtuvo el premio Casa de las Américas: en 1975 con su novela La canción de nosotros y en 1978 con el testimonio Días y noches de amor y de guerra. En la primera obra, La canción de nosotros, abordaba el complejo tema de la lucha armada y la relación entre las fuentes culturales populares y la militancia de izquierdas de la pequeña burguesía.
La segunda, Días y noches de amor y de guerra, es una crónica novelada de las dictaduras de Argentina y Uruguay, aunque hay continuas referencias al entorno latinoamericano. En ella se relatan las vivencias de un periodista en un país aplastado por el poder militar y paramilitar en un período atroz, marcado por la violencia ejercida sobre los discrepantes.
Sin embargo, junto al horror de amigos que desaparecían en ocasiones "por error" y otras simplemente por pensar por sí mismos, están el amor, los amigos, los hijos, el paisaje, todo aquello que aun en la oscuridad de una guerra sucia y despiadada contra los más débiles sigue siendo motivo para vivir, defender las ideas y alzar la voz contra los que actuaban impunemente para implantar el miedo y la consiguiente paralización. En la primera página ya se anuncia: "Todo lo que aquí se cuenta, ocurrió. El autor lo escribe tal como lo guardó en su memoria. Algunos nombres, pocos, han sido cambiados". Aunque los hechos son, pues, dolorosamente reales, están contados con sobriedad, sin llegar al regodeo y la autocompasión.
Su trilogía Memoria del fuego, que combina elementos de la poesía, la historia y el cuento, está conformada por Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento(1986), y fue premiada por el Ministerio de Cultura del Uruguay y también con el American Book Award, distinción que otorga la Washington University. La obra es una cronología de acontecimientos culturales e históricos que proporcionan una visión de conjunto sobre la identidad latinoamericana. Por su audaz mezcla de géneros y su talante crítico es quizá una de las obras más ilustrativas de la labor de Galeano.
En Memoria del fuego, Eduardo Galeano lleva a cabo una revisión de la historia de Latinoamérica desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, con el propósito de enfrentarse a la "usurpación de la memoria" que él denuncia en la historia oficial. Se trata de un texto de carácter híbrido, entre el relato y el informe, entre la recopilación de poemas y la transcripción de documentos, entre la descripción de los hechos y la interpretación de los movimientos sociales y culturales que los sustentan.
Excepto la primera parte de Los nacimientos, titulada "Primeras voces", la obra se estructura como un mosaico de breves textos independientes que, sin embargo, encajan y se articulan entre sí para formar un cuadro completo de los últimos quinientos años de la historia de América, siempre desde la perspectiva de los desheredados y buscando la diversidad en los temas, las voces y los estilos. Cada uno de estos textos va encabezado por el año y el lugar en el que tiene lugar el episodio que se narra. Al pie del mismo se citan las obras que documentan los datos allí recogidos.
El criterio que se sigue para la ordenación de estos fragmentos es estrictamente cronológico, mientras que el criterio geográfico es intencionadamente ignorado, para mejor conseguir la impresión de unidad de la historia americana, más allá de unas fronteras a menudo fijadas en función de intereses ajenos a las verdaderas realidades nacionales y a golpe de guerra fratricida o de abuso imperialista.

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